MARÍA MAGDALENA LECTORA.
CARTA
ABIERTA A MARÍA MAGDALENA.
Emma
Martínez Ocaña
Querida María Magdalena: ¡qué alegría poder celebrar una año más tu
fiesta en un momento de fuerte despertar en el mundo entero del movimiento de
mujeres en la sociedad y en las Iglesias reclamando igualdad y derechos! Tú
sigues siendo un referente para quienes, también como tú, formamos parte del
movimiento de Jesús y reclamamos que éste vuelva a ser una comunidad de
iguales.
También nos alegramos de que gracias a tantas teólogas y biblistas
feministas podamos hoy reconocer tu verdadera identidad y qué pena de tanta documentación
y tradiciones perdidas que nos podrían haber aportar más luz sobre tu persona y
tu papel central en la vida de Jesús y
en la primera comunidad!
La historia patriarcal de nuestro cristianismo tiene una profunda deuda
contigo. Las autoridades religiosas y teológicas deberían pedirte perdón
públicamente por la injusticia que han cometido con tu persona.
Primero se intentó silenciar tu protagonismo en la vida de Jesús y en el
de la primera comunidad; después se quiso robarte el título de la primero
testigo de la Resurrección, para atribuírselo a Pedro, tal como hizo el
evangelio de Lucas (24,34) y Pablo que ni siquiera te nombra entre los testigos
de la Resurrección (1Cor 15,5-8). Una opción ideológica y política que sirvió
para reclamar el derecho exclusivo de los varones para gobernar y obtener las
“ordenes sagradas” y sostener así el patriarcado socialmente dominante, aunque
eso fuese traicionar la opción de Jesús de una comunidad de iguales.
Sólo las tradiciones marginales como la de los gnósticos y maniqueos te
otorgaron la importancia que te habías merecido y te escogieron como
representante de sus doctrinas.
Con la exclusión del Canon de todos los Evangelios que no fueron
reconocidos por la Iglesia oficial y la quema de los “escritos herejes” de los
maniqueos y gnósticos se intentó liquidar tu figura y tu protagonismo. Como
dice
[1] S. Haskins, María Magdalena. Mito y metáfora. Herder, Barcelona 1996. Para conocer las tradiciones
sobre María Magdalena recomiendo también: C. Bernabé, María Magdalena. Tradiciones en el
cristianismo primitivo, Verbo Divino, Estella 1994. Ambas obras con
abundante bibliografía.
Magdalena, Maria de
Betania y la “pecadora” de Lucas, eran la misma persona”
Pero felizmente el reconocimiento de tu misión como la Apóstol de los
Apóstoles está recogido no solo en los textos analizados sino que se difundió
en grabados de los siglos XI y XII, así como en las vidrieras del XIII de las catedrales de Chartres, Auxerre y
Semur in Burgundy.
Pero hoy de nuevo las investigaciones feministas, y la de tantas
teólogas y teólogos buscadores de la verdad, han vuelto a recuperar el
esplendor de tu imagen. Pero aún están muy poco vulgarizadas sus conclusiones,
aún eres una desconocida entre la mayoría de las personas de nuestra comunidad
cristiana.
Aún hoy muchas te siguen identificando con la mujer “que amó mucho” así
te nombró Jesús pero para el gran público sigue siendo la “adultera”(Lc
7,36-50). A Eva la pecadora del Antiguo testamento ya le salió una sustituta en
el Nuevo, así quedó marcada nuestra condición femenina: nosotras somos las
“tentadoras” (cuando el tentador reconocido por Jesús fue Pedro) y las “pecadoras”.
Las mujeres cristianas te vamos reconociendo como nuestra patrona, la
inspiradora y sostenedora de nuestras luchas, la que mantienes la antorcha de
la verdad del sueño de Jesús: hacer de la sociedad una comunidad de iguales y
para ello había que empezar haciéndolo posible, en un pequeño grupo, para que
fuese creíble.
Ayúdanos para ser de verdad seguidoras de Jesús, para gritar con nuestra
vida que merece la pena seguir proclamando y haciendo verdad la Buena Noticia que
nos encomendó.
Ayúdanos también para que no nos falten las fuerzas, ni el humor, pues
necesitamos una buena dosis de amor con humor para seguir ese camino que tú y
otras muchas mujeres de tu tiempo y de todos los tiempos nos abrieron. Tú sabes
de dificultades, rechazos, calumnias y menosprecios.
En ti nos inspiramos, te reconocemos como nuestra patrona, compañera de
camino, alentadora de nuestra vocación apostólica, te celebramos con gozo y con
coraje.
Gracias por ti.
Te escribo en nombre de las muchas discípulas de Jesús que queremos seguir haciendo posible y creíble una comunidad donde no haya ninguna discriminación por ninguna razón (sexo, raza, clase, orientación y/o identidad sexual).
Me despido por hoy, yo una de las
muchas discípulas en camino.
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