El lunes 12 de mayo, después de haber tenido que cancelarlo por el apagón, tuvimos nuestra séptima sesión del curso de lectura bíblica. Nos reunimos un grupo, motivadas con el entusiasmo que nos transmitieron las compañeras que habían estado en el Encuentro estatal de la Revuelta de mujeres en la Iglesia.
Animó el encuentro nuestra compañera Mariajo. Nos acercó a la figura de LIDIA, mujer que aparece en el Nuevo Testamento, en el capítulo 16 de los Hechos de los Apóstoles.
Mariajo, como buena historiadora, nos hizo, en primer lugar, un acercamiento al contexto histórico y geográfico en el que vivió Lidia.
Lidia es una mujer de Tiatira, (Asia Menor, hoy Turquía), una mujer con cierta autonomía económica y personal, ya que tiene un negocio, pertenece al gremio de los tejedores y tintadores. Una mujer de negocios, en una época en la que a las mujeres no se les concedía mucho tiempo ni espacio. Esto revela que tenía educación y que también poseía la fuerza y determinación necesarias para trabajar en una sociedad dominada por hombres. Lidia, por lo tanto, era una mujer respetada y valorada. El que se le ponga nombre, nos indica que quizás pertenece a la clase social alta de su ciudad.
Lidia se pone en camino hacia Filipos, en la actual Grecia (hay que recordar que Pablo, quien se encontraba en Asia, decidió ir a Filipos). Esta ciudad es una colonia romana y zona de comercio, una ciudad un tanto cosmopolita y allí Lidia podía ejercer su profesión de tintadora.
Lidia se acerca a un Proseuche, un lugar de oración, frecuentado principalmente por mujeres y ubicados a las afueras de la ciudad y junto al río. Allí Lidia se encuentra con Pablo, con quien mantiene una conversación, un diálogo, y no un adoctrinamiento por parte de Pablo. La sensibilidad religiosa de Lidia y su apertura le hacen acercarse a Jesús y, al ser bautizada ella y toda su familia, se convierte en una fiel seguidora de Jesús. Una mujer extrajera, que ha emigrado, se convierte en la primera persona bautizada en el mundo occidental.
Pablo se aloja en casa de Lidia y su bautismo crea una red de hospitalidad. Red de anfitriones que acogen a los misioneros, núcleos apostólicos.
Lidia encarna el liderazgo de las mujeres: importancia de incorporar las periferias, el diálogo, la posibilidad de reconocer a las mujeres como algo más que cuidadoras, mujeres como hospitalidad.
Después de esta exposición, tuvimos un rico espacio de reflexión compartida. Gracias Mariajo.
Aquí veis a Lidia, removiendo las telas mientras se van tintando.
Esta es una imagen de la performance que realizamos las compañeras de Zaragoza que acudimos al Encuentro de grupos de La Revuelta de las Mujeres en la Iglesia, el pasado fin de semana en El Escorial.
Estábamos encargadas del taller: Club de lectura Mujeres Bíblicas. Nos pareció una forma especial de iniciar el taller. Después Mariajo, nuestra compañera, profesora de historia, nos acompañó por la experiencia de Lidia situándola en el espacio y tiempo histórico.
Tendimos una tela delante de la palabra Proseuche, lugar de oración de las periferias. Así, Lidia nos fue explicando cómo su búsqueda de espiritualidad la llevó a un lugar marginal.
Tras esta introducción, Mariajo nos habló del texto de los Hechos en el que aparece, y fue explicando todo aquello que el texto dice y que una vez más, ha quedado invisible.
El objetivo del taller era dar a conocer cómo hacemos en Zaragoza el club de lectura y que otros grupos puedan animarse a iniciarlo. Es una actividad interesante para conocer el testimonio de mujeres bíblicas cuya experiencia de Dios no nos ha servido de referencia por su invisibilización.
El próximo lunes 26 de mayo tendremos la última sesión del club de este curso, en la que conoceremos a Rizpaj. No os la perdáis, en la librería San Pablo a las 19h.