LA YADA 2025: ALENTAR LA ESPERANZA
Alguien dijo que hoy es un regalo y por eso se llama presente. Así he vivido yo esta experiencia y de esta forma quiero agradecerla.
Con cinco acciones que han estado presentes y me han ayudado a crecer:
SANAR. “Las hojas no se caen, se sueltan” y soltar sabiendo que las hojas sueltas forman un manto que vuelve a dar vida y de él brotará algo nuevo. Curar las propias heridas, aprender a ser bálsamo para las heridas de las otras, mediadoras y cauces de sanación, constructoras de nuevas Vidas.
ACUERPAR. Mi cuerpo es hueco para otras y otras tienen un hueco para mí. Pasar por el cuerpo lo vivido, conectar con la naturaleza, aprender y observar como nuestro cuerpo habla. Disfrutar de una mirada, de una “presencia” y una ternura que invade todo nuestro ser.
ESPERANZAR. Animar, alentar, empujar, crear lugares, “espacios seguros” donde se pueda vivir en paz, se pueda ser feliz, se pueda vivir con dignidad. Nada ni nadie podrá quitarnos la esperanza.
Porque hay razones para la esperanza, sendas de fraternidad y justicia. Hay que convertirse al diálogo evangélico, que no impone sino que propone, que invita a compartir el agua de la Vida y alienta a la mesa común. Lo que importa no es a quien das de comer sino con quien comes.
CELEBRAR la Vida acompañando procesos de cuidado, encuentros, eucaristías subversivas donde todo sea igualdad. Celebrar el amor incondicional, el perdón como proceso y la alegría de un abrazo.
PERMANECER. Ser fiel, estar. En medio de los acontecimientos más difíciles de nuestra historia y de nuestro mundo surge la Vida, se abre paso la ternura.
Gracias por esta oportunidad única, por el cuidado, el respeto y la alegría.
Gracias por la PRESENCIA serena y consciente.
Esta Yada 2025 nos vincula y anima. Ha sido presencia de Dios padre/madre todo amoroso.