APOSTEMOS POR LA PAZ
SÍ A LA CULTURA DEL DIÁLOGO
En ese evangelio se nombró a Yayo Herrero, a Dorothy Day y su campo semántico giró en torno a sustantivos como paz, noviolencia, conflicto, feminismo, militarismo, cuidados, ecología, vida , muerte y verbos tales como transformar, provenir, actuar...
Como mujeres nos pudimos identificar con muchos de ellos pero más con las estrategias propuestas: buscar rendijas, colarnos por ellas, no evitar conflictos, tomar decisiones, resquebrajar el muro, seguir adelante., visibilizar y denunciar las situaciones..
finalizamos con un acto público en la Plaza del Pilar.
ALERTA, PERO SIN ALARMARSE. CUENTOS DE LA PERIFERIA de ShaunTan
Tiene gracia que, ahora que todo el mundo tiene su
propio misil balístico intercontinental en casa, ya nadie piense en ello.
Al principio los repartieron al azar. En un
primer momento fue muy emocionante: algún conocido recibía una carta del
gobierno y, al cabo de una semana, un camión le llevaba el misil.
Después tenía que haber uno en la casa de
cada esquina. Más tarde también en la de los vecinos de éstas, hasta el punto
en que hoy en día resultaría extraño que alguien no tuviera un misil junto al
cobertizo del jardín o junto al tendedero.
Sabemos por qué
los tenemos ahí, por lo menos tenemos una idea aproximada de ello. Sabemos que
debemos proteger nuestra forma de vida en un entorno cada vez más hostil, que
todo el mundo debe participar en la seguridad nacional (aliviando la presión a
la que están sometidos los almacenes armamentísticos) y, sobre todo, que cada
cual tiene derecho a sentirse recompensado con la sensación de estar aportando
su granito de arena.
Es un compromiso
modesto. Sólo implica limpiar y encerar el misil el primer domingo de cada mes
y, de vez en cuando, echar un vistazo a la varilla del nivel de aceite.
Una vez cada
varios años recibes una caja con un bote de pintura, señal inequívoca de que ha
llegado el momento de eliminar cualquier rastro de óxido del misil y de que hay
que darle una mano de pintura de color gris plomo.
Muchos de
nosotros, no obstante, hemos empezado a pintar los misiles con otros colores e
incluso hay quien se ha animado a decorarlo con dibujos de mariposas o motivos
florales. Ocupan tanto espacio en el jardín que lo mínimo que podemos hacer es
intentar que queden bonitos. Además, los panfletos del gobierno no prohíben
utilizar otros tipos de pintura sin que sean los que ellos te proporcionan.
Últimamente
también nos hemos acostumbrado a cubrirlos con lucecitas de Navidad. Deberías
subir a la montaña de noche y ver los centenares de agujas encendidas que
brillan y parpadean en la oscuridad.
Además, al misil
del jardín se le pueden dar un montón de usos prácticos. Si desatornillas la
tapa inferior y sacas los cables y todo el resto, puedes utilizar el espacio
como semillero, o para guardar las herramientas o las pinzas de tender la ropa
o la leña. Si se renueva un poco más a fondo, puede transformarse fácilmente en
una fantástica “cabaña-cohete espacial” y, si tienes perro, puedes ahorrarte la
caseta. En una de las casas incluso han plantado una chimenea en la parte
superior del misil y lo han transformado en un horno para pizzas.
Sí, todo sabemos
que es muy posible que el día que el gobierno decida finalmente venir a
buscarlos, los misiles ya no funcionen, pero, con el paso del tiempo, hemos
dejado de preocuparnos por eso.
En el fondo, la
mayoría tenemos la sensación de que es mejor así. Además, albergamos la
esperanza de que, si en los países del otro lado del mundo las familias también
tienen los misiles en el jardín de casa, armados y apuntando hacia nosotros,
también ellos les hayan encontrado aplicaciones mucho mejores.
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