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sábado, 24 de febrero de 2024

Encuentro de Cuaresma con M José


 Nuestra compañera M José va a participar en esta tarde de reflexión. 

Que su respuesta ponga en camino de sabiduría pascual a sus oyentes.






Estas fueron sus palabras:

¿Qué hace una mujer como yo en una Iglesia como esta?

En la parroquia del Rosario de Zaragoza, en el barrio de la Almozara, la comunidad se ha propuesto reflexionar y trabajar este curso con el lema: Descubrir y acostumbrarnos a mirar de otra manera. Con el lema “Quiero ver” los viernes de cuaresma se reúnen acompañados por alguna persona invitada que les ayude a enfocar ese VER.

Este viernes 1 de marzo me tocó a mí, Mª José, miembro de MyT de Zaragoza y también militante de ACG.

La propuesta que me hicieron fue muy sugerente: ¿Qué hace una mujer como yo en una Iglesia como esta? y mi reflexión fue, partiendo de mi ser mujer, bautizada y laica comprometida con la iglesia diocesana, la siguiente:


VER: ¿QUÉ VEN MIS OJOS DE MUJER EN ESTA IGLESIA?


Mi reflexión la enfoqué desde la metodología de la Acción Católica, primeramente viendo cómo está mi alrededor en referencia a este tema, destacando varios puntos que me parecían interesantes

  1. Comentarios que escucho entre mis amigas: “Cuando miro la sociedad más avanzada y después miro a mi iglesia y creo que estoy en la Edad Media”. Otra comentaba que “No encuentro mi lugar” en una iglesia que no cuida los espacios familiares.

Estas mismas preguntas, reflexiones… también me las hago yo. No entendí nunca por qué el fin del matrimonio es la procreación, la mujer no puede participar en la estructura de la Iglesia, por qué los que se han divorciado no pueden ser miembros de pleno derecho si se quieren volver a casar, por qué la comunidad parroquial solo tiene autoridad el párroco y no así el Consejo Pastoral donde está representada la comunidad, y por qué a los laicos se nos ningunea por parte de muchos sacerdotes y por supuesto no entiendo por qué mi hermana que es lesbiana está mal vista por las personas de Iglesia.


  1. Otra cuestión que me parece importante remarcar es el “tiempo”  y escuchamos la  canción de Ismael Serrano -Tiempo, que también os invito a escuchar.

El dios del dinero que no nos da permiso para tener tiempo para encontrarnos en Comunidad, para vernos, para compartir fe y vida, para celebrar, para cuidarnos, para encontrarnos con Dios. Cuando la comunidad se reúne y comparte fe y vida surgen cosas, cuando se aterriza la fe y se hace vida, las normas tan deshumanizadas o las liturgias tan rígidas se adaptan porque hay una necesidad del pueblo de Dios de acercarse al perdón, al consuelo y al amor de Dios y eso no se puede negar a nadie.


  1. La falta de encuentro de la comunidad lleva a un poder excesivo de la estructura, de la jerarquía de la Iglesia. Como mujer y laica me revelo contra la existencia de esa dualidad que se nos presenta como la “Iglesia estructura” y una “Comunidad de fieles” y que cada una vaya por su lado, porque a la gente de a pie lo único que le llega es la fe descarnada, las normas estrictas, la parafernalia de los ritos y la estructura medieval de la Iglesia y al final son las personas las que se pierden el gran tesoro que es el amor de Dios, y una sociedad como la nuestra que busca, que tiene sed de Dios, que se encuentra con cualquier oferta espiritual y se va con ella. Se habla mucho del primer anuncio y seguimos sin ver la realidad que vive la gente de a pie en esta España del siglo XXI. Las parroquias siguen siendo muchas veces feudos de los sacerdotes en lugar de espacios comunitarios de fe y vida; y por supuesto, espacio femenino por mayoría, pero del que solo nos podemos encargar de las catequesis, de limpiar, decorar, rezar… y siempre bajo la supervisión del sacerdote no vaya a ser que se nos ocurra hacer algo inadecuado. ¿Acaso no somos mujeres adultas, pensantes y capaces?



JUZGAR


Para el juzgar humano tomé las palabras de María González Barral, que escribe en el libro Revuelta las mujeres la Iglesia, Alzamos la voz:

¿Cabe nuestra existencia como mujeres en el siglo XXI en el seno de la Iglesia católica? ¿Caben nuestras imágenes de Dios? ¿Caben nuestras necesidades, nuestras intuiciones, nuestros atrevimientos?¿Caben nuestros sueños?

Tal vez soñar nos resulte de ayuda. Los sueños abundan en la Biblia, aunque casi siempre son ellos los que sueñan (Abraham, Jacob, José, los magos…) Mediante los sueños,Dios les empuja a ir más allá de lo conocido: a relativizar sus esquemas culturales (MT1, 19-20, un ángel habla a José para que acoja a María), a dejar atrás su tierra (Gn15, 12-13, Dios habla a Abraham para dejar su tierra e ir a la tierra prometida, Mt 2, 13:Ángel habla de José y le dice que marche a Egipto), a desviarse de la ruta planificada (Mt2, 12:  Magos fueron avisados para irse por otro camino) o a entender que se puede llegar al cielo desde lugares insospechados (Gn 28, 10-11

La historia de nuestra fe se construye ensanchando la mirada más allá de los límites personales o sociales que vienen impuestos.

Las mujeres anhelamos que la Iglesia nos permita soñar, es decir, una Iglesia donde sanar, contemplar y esperar. 

  • Iglesia donde Sanar: ese rol femenino de subalternas e inferiores al varón. Necesitamos cerrar esta herida para poder seguir siendo Iglesia. Antes de dirigirse a la adúltera, Jesús se incorpora. Esto quiere decir que previamente la había mirado desde abajo, de hecho se agachó dos veces, quizá para entender, para entender desde otra perspectiva que no era la suya, sino la de una mujer pecadora. “Mujer ¿dónde están? ¿nadie te ha condenado?” Necesitamos una Iglesia abierta a entendernos, que se atreva a aterrizar en el suelo, preguntarnos dónde están nuestros dolores, dispuesta a ahondar en lo que nos hace sufrir como fuente de pecado más que en señalarnos como pecadoras. Requerimos ser escuchadas, y además participar activamente en una renovación de estructuras eclesiales. 

  • Iglesia donde contemplar: Necesitamos una Iglesia abierta al diálogo con lo diferente: mujeres, identidades sexuales no normativas, otras formas de espiritualidad, con el pensamiento crítico…Necesitamos la contemplación como práctica de resistencia transformadora y creadora de nuevos lenguajes. 

  • Una iglesia donde esperar: esperar es caminar a la intemperie hacia una vida digna de ser vivida y caminar con otras. Las personas que se ponen en camino asumen los riesgos que este conlleva porque son conscientes de su derecho a caminar, de su derecho a estar vivas y a vivir con sentido. Su caminar es esperanzado porque reivindica la dignidad de sus vidas.


Tomé también como referencia las conclusiones del sínodo de las mujeres organizado por CWC en 2022:

Somos muchas las mujeres que soñamos con una Iglesia comunidad de iguales donde las mujeres seamos reconocidas como sujetos de pleno derecho. Para ello hay que hacer un ejercicio de escucha, diálogo y encuentro. Ser conscientes de las situaciones de peligro que viven la mayoría de mujeres en el mundo. Hay propuestas de mujeres que giran en torno a organizar un reparto equitativo del poder, no según el sexo sino según la vocación y la capacidad de la persona. Reorganizar el modelo de participación de manera que los laicos podamos participar activamente en todos los servicios. También se está reflexionando sobre cómo se fue construyendo una estructura jerárquica y clerical, que no existía en los inicios de la iglesia y se proponen otros modelos más circulares y transparentes. Somos hijas de la historia de muchas mujeres que han resistido y avanzado con la esperanza de hacer realidad sus anhelos en la Iglesia. Mujeres, algunas, que lo pagaron con el silenciamiento, e incluso su vida. Somos múltiples y diversas, continuadoras de esa historia trazando un camino que avanza desde la circularidad y horizontalidad haciéndonos partícipes a todas de la toma de decisiones. Esta es nuestra forma de construir una Iglesia sinodal. 


Juzgar evangélico: La propuesta eran las siguientes lecturas mientras se escuchaba la canción de Álvaro Fraile, para tener un momento de reflexión personal


Tras esa reflexión personal hubo un momento de compartir, donde salieron varias personas que compartieron su mismo parecer sobre la necesidad de un cambio de la estructura de la iglesia y donde la Comunidad y los laicos debemos ser y estar más presentes en los órganos de decisión


Fue en el momento de compartir el ACTUAR donde respondí a la pregunta: ¿Qué hago yo en esta Iglesia? Una iglesia tan medieval, patriarcal, aliada con el poder… pues estoy porque pertenezco, soy bautizada e hija de Dios y porque desde dentro puedo hacer pedagogía para acompañar en ese cambio tan necesario, junto con tantas mujeres y hombres que deseamos, que vemos la importancia y la urgencia de ese cambio. 



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